Hoy,
igual que ayer, que antes de ayer, y que todos los días que alcanzo a recordar,
llueve sobre mojado. Por eso, he salido de casa sin paraguas y con unas
chanclas de colores, que tienen escrito “I love summer”.
He pisado todos los charcos que me he encontrado
en el camino y he llegado a tu casa empapada y sonriendo. He dado cinco
timbrazos, imitando la musiquilla de los anuncios de Mac Donald y me he sentado
en el escalón a esperar. Has tardado en abrir, pero da lo mismo, llevo
demasiado tiempo calada hasta los huesos.
No
te dado un beso, simplemente te he devuelto tu sudadera de Oxford, la que me
regalaste hace millones de años, y que siempre he usado para dormir. Me resulta
ridículo, que en algún momento llegara a pensar, que tenerla tan cerca, me haría
soñar contigo. Tus ojos piden una explicación, pero tus labios permanecen
sellados. Lo sabes. Tú no puedes cambiar
y yo ya he gastado las, setenta veces siete, oportunidades que tenía para
ofrecerte.
Bea Fernández.
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