El
banquero nos ha quitado la casa. Nuestra casa. Suya según él.
Pero,
¿de quién son las fotos que reposan sobre las paredes del salón? ¿De quién son
los juguetes que están esparcidos por el suelo de la sala de estar? ¿De quién
son los apuntes que cubren la mesa del estudio? ¿De quién es el cepillo de
dientes que cuelga cerca del lavabo, junto a las toallas? ¿De quién la nevera
medio vacía o las medicinas del botiquín? ¿De quién es la familia que ha
habitado siempre en esta casa?
Da
lo mismo. La pregunta que importa en este tipo de situaciones, siempre es la
misma. ¿De quién es el dinero, que pagó la casa? Pues eso. Del banquero.
Bea Fernández.
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